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Exploración de Obra

Árboles del paisaje (R. Central)

En estos dos paisajes naturales (Nº Inv. 66298-8 / Nº Inv. 66776-5) que Agustín Abarca realiza en óleo sobre tela, nos muestra un rasgo diferente a la generación o grupo de artistas en la cual se formo, la del Trece.  Solo aparece un aspecto común del grupo: la representación sensible e individual del pintor hacia lo vernáculo y las personas, el ethos o el pathos de nuestro pueblo. Abarca nos muestra en estos paisajes formas recurrentes en su tematica, destacada con la presencia del árbol.  Ubica generalmente los troncos en posiciones centrales o espacios visuales bien definidos.

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Árboles del paisaje (R. Central)

ca. 1930-1940

Óleo sobre tela

41,5 x 49 cm

En estos dos paisajes naturales (Nº Inv. 66298-8 / Nº Inv. 66776-5) que Agustín Abarca realiza en óleo sobre tela, nos muestra un rasgo diferente a la generación o grupo de artistas en la cual se formo, la del Trece.  Solo aparece un aspecto común del grupo: la representación sensible e individual del pintor hacia lo vernáculo y las personas, el ethos o el pathos de nuestro pueblo. Abarca nos muestra en estos paisajes formas recurrentes en su temática, destacada con la presencia del árbol.  Ubica generalmente los troncos en posiciones centrales o espacios visuales bien definidos. Divide sus lienzos, ubicando sus objetos  en líneas verticales o con elementos en las zonas horizontales del soporte, según el  tema tratado. En la tesis doctoral realizada por Efraín Telias a partir de los aportes de Agustín Abarca en la pintura local, expone lo siguiente: Las figuras retóricas, los aspectos simbólicos en la representación del árbol, refuerzan la relación de identidad entre Abarca y los árboles. La insistente individuación de este elemento vegetal, el señalamiento a su disposición como primera figura en el escenario campestre, son indicios de la identificación de Abarca con el árbol. Él puede ser llamado un pintor de árboles, o tal vez “pintor-árbol”. En sus excursiones periódicas a los bosques (que aún hoy, a casi un siglo de ser visitados por el pintor, mantienen su fuerza y misterio), iba solo. Esta misión paisajista, asumida con el compromiso de rendir la vida a la labor de crear imágenes que den cuenta de ella, es un componente esencial del paisajista estudiado. En este propósito, el pintor paisajista se debe entender con el territorio, debe recorrerlo y conocerlo, involucrarse física y vivencialmente con la tierra. En este aspecto, Andrews, comprende el paisaje en un sentido amplio, referido a la relación del hombre con su entorno. La pintura es así, una parte de este fenómeno, y el paisaje, que puede ser situado tanto en el siglo XIX, como en muchas de las manifestaciones contemporáneas del arte, se revela en la perspectiva de lo experiencial.” El mismo tesista destaca que  las obras investigadas tienen problemas de titulación y de autoría de firma, ya que la esposa de Abarca, Rosa Valenzuela seguía instrucciones del propio maestro, la cual junto a su hija firmaron varias de sus obras y luego el artista daba su visto bueno. Esta actitud hace que se genere una diversidad de firmas, junto a las propias de Abarca. En estos dos óleos se puede observar esas diferencias en su rubrica.   La metodología de trabajo de Agustín Abarca, se basaba generalmente en salidas a terreno junto a la hija, interesada en el arte, ahí este realizaba una cierta cantidad de croquis para luego trabajar la elección del motivo en su taller. En una entrevista que se realiza a Rosita Abarca Valenzuela, se describe lo siguiente: “(..) Enumeramos aquello que consideramos significante: en primer lugar que Abarca va físicamente a recorrer los lugares que pretende usar de referente; luego, por lo menos en la percepción y testimonio de su hija, el pintor “tenía” la imagen, esto nos refiere a un preconcepto, antes que la búsqueda y encuentro de lo imprevisto; y por último, un tercer elemento, es que establecía un método de registro, de memoria transportable, y con ésta, trabajaba en el taller para la producción final de la obra. Esta obra conclusiva al interior del taller es un rasgo que nos fue señalado por Rosita Abarca, en otros momentos de las entrevistas realizadas. En resumen, la información que tenemos nos aproxima a un procedimiento de trabajo que se construía inicialmente desde una búsqueda en terreno de una imagen -pero según un esquema preconcebido-, y que finalmente era terminada a través de la memoria visual de la naturaleza, materializada en un registro. Método que, sin embargo, no implicaba de ninguna manera una distancia con el referente, puesto que todo indica a una intensa experiencia afectiva con el lugar, muy diferente a la sola y mera búsqueda de motivos para justificar sus paisajes”.  Los  títulos son más cercanos a las descripciones de las diversas visiones de la luz y/o del color sobre los objetos representados.  La identificación del lugar donde hacia los bocetos no le era indispensable, ya que su motivación iba hacia la experiencia sensorial del color. En Árboles del paisaje, ocupa el eje vertical central y ubica un árbol dejando la mitad de su copa fuera del soporte, lo que destaca es su tronco. A su vez le acompañan tres árboles haciendo un escenario al objeto central.  Hace que la mirada se ajuste a una perspectiva hacia un punto lejano del horizonte, resaltando el tema escogido. La gama de tonos va desde los verdes, naranjas, amarillos y ocres. Arbustos se observa en este el manejo del dibujo de base. La línea del horizonte la mantiene alta, satura el  campo visual con diferentes formas de los follajes. Dando un ritmo especial a las formas de los objetos destacados. Su mirada no se fija. Los diferentes arbustos muestras diversos matices de color, solo se destacan los troncos de los arboles en tonos mas oscuros. Desde la línea media horizontal del lienzo hacia abajo, se cubre de manchas en tonos de rojos, verde, azules, blancos y tierras. Arbustos fue exhibida en 1987 en el Museo Nacional de Bellas Artes y el año 2003 en el hall del Banco central de Chile, bajo muestra “Paisaje chileno”. A su vez Árboles del paisaje se presento en 1987 y 1997 en el Museo Nacional de Bellas Artes. Ambos lienzos se encuentran en espacios públicos del Banco Central de Chile.

BIBLIOGRAFIA

Bindis, Ricardo: Ficha tasación individual de las obras pictoricas Banco Central Edificio Agustinas, Vol 1, 1987, p. 1.

Becker Gana, Bárbara; Pérez Germain, María Angélica: Seminario para optar a licenciatura en estética. Agustín abarca: una mirada hacia el paisaje, Universidad Católica de Chile, Santiago, 1996, p. 25, 47, 49, 50.

Droguett Alfaro, Luis: Agustín Abarca o el lirismo pictórico, Ediciones instituto de extensión de Artes plásticas, Universidad de Chile, Santiago,1955.

Martínez, Juan Manuel: Tasación de la Colección de Pinturas del Banco Central de Chile, Santiago, 2018.

Richter, Marisol; Valdivieso, Cynthia: Ficha de la obra, Implementación de plan de catalogación de la colección de 90 obras visuales del Banco Central de Chile, (inédito) Santiago de Chile, 2014-2016.

Telias, Guitierrez, Efrain: Los paisajes de Agustin Abarca: aportaciones a la pintura chilena, Tesis doctoral, Universidad Politécnica de Valencia,  p. 329-880, 2008.

Vila, Waldo: Una capitanía de pintores, Editorial del Pacífico, Santiago, 1966.

EXPOSICIONES      

Instituto Cultural de Las Condes, propietario Fernando Retuert

1987    Sala Banco Central de Chile, Museo Nacional de Bellas Artes

1997    Museo Nacional de Bellas Artes (retrospectiva)

PROCEDENCIA       

Fernando Retuert

BHC

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